martes, 22 de noviembre de 2011

La venganza del cordero atado


Quizás arranquemos con un lugar común. En el medio de la oscuridad más insondable, un pibe encontró la luz que lo ilumina hasta hoy en día. Suena místico, "victorsueiriano", pero no está tan alejado de la realidad. Entre cuatro paredes, traslados, palazos que no sólo duelen fisícamente sino que atraviesan el alma y un desesperante anhelo de libertad, Camilo Blajaquis (César González para el Registro Nacional de las Personas) construyó un compendio poético tan desgarrador como esperanzado, que se le ríe en la cara a la sumisión carcelaria, mientras despliega unas alas literarias que nada tienen que envidiarle a grandes plumas del género.

Con una estética ricotera que nace en el título y en la ilustración de Rocambole y que se prolonga en las exquisitas estrofas de cada poema, Blajaquis sale a gritarle al mundo su verdad detrás de los barrotes. Porque aunque uno lo supone aislado del afuera, más allá del vínculo con las visitas, una tremenda lucidez le permite no sólo describir ese exterior que desea más que nada (aún con las celdas que allí también encontrará) sino desnudar a esos que están libres.

Tres partes son las que dividen el libro publicado por Ediciones Continente en mayo de 2010 (una segunda edición se lanzó este año) y prologado por el último secretario general del PRT-ERP Luis Mattini: Poesías sin candados (esquizofrenia poética), Insomnios (relatos de ansiedades) y Mutando el devenir (reciclados berretines desde la sombra). El click de la escritura, como Camilo lo denomina, se da en su etapa de año y medio en el Instituto Agote (entre mediados de 2007 y fines de 2008) y atraviesa una "durísima experimentación corporal del dolor" en el penal de Ezeiza, el "perfeccionamiento de una ansiedad nueva" en Marcos Paz y el susto "ante la cercanía del aire fresco de la libertad" en su paso por la residencia penal de régimen abierto El Sánchez Picado que finaliza a principios de 2010.

La declaración de principios de Blajaquis la encontramos hacia el final en un poema titulado "Buzones". Allí, el entonces presidiario se planta ante una realidad adversa y dispara: "Podría ansiar matarlos, pero prefiero escribir". Con ese planteo estructurante el autor le dedica líneas a la pureza de los niños - "no aprendieron la enfermedad de ser adulto ni a transformar la vida en una cifra" -, a la naturaleza - "la lluvia es el momento en que el cielo y la tierra tienen un orgasmo" -, a la religión - "en mi celda no entra Dios, ese tipo es muy raro, alguien que prohíbe tanto para mí no es atractivo" -, al amor - "la verdadera consecuencia que trae el amor es despedazar la venda de nuestros ojos" - y a la verdadera prisión - "no hay peor cárcel que la mirada del otro".

Por otra parte, no es únicamente en Patricio Rey donde Blajaquis encuentra su inspiración. Friedrich Nietzsche, Gilles Deleuze o Baruch Spinoza son autores reverenciales que están muy presentes en la poesía del sorprendente crédito local. En las reflexiones sobre el tiempo, sobre los problemas que aquejan a nuestra sociedad actual, sobre Dios nada más ni nada menos (un punto que resalta de modo sobresaliente) o sobre los sueños "de los que se asustan hasta mis propios sueños" se vislumbran esas lecturas que Camilo no sólo deja entrever, sino que explicita con citas precisas en diferentes poemas.

El otro gran aporte a la literatura de Blajaquis es militante, viene dado por la política, esa que no se ejerce detrás de un escritorio, sino en el día a día, en las batallas y prácticas cotidianas. Que Mattini lo prologue no es casual. Si en lugar de matar a los verdugos, el poeta elige escribir, nada mejor que la opción por alguien que sufrió a los verdugos (aunque personalmente los haya eludido) y pudo vivir para contar una historia trágica de expectativas frustradas pero de cuyo aprendizaje tomarán nota las generaciones futuras, a las que Mattini les escribió en su "Hombres y mujeres del PRT-ERP", entre otros libros significativos de aquellas épocas. 

"Mañana soleada: lo más duro es ser muro, lo más bello es saltarlo". Sólo alguien que tropezó tanto con esas paredes gigantes que lo devolvían hacia un adentro perverso y desahuciado, puede tener noción de la belleza de ese salto. Los que, sin conocerlo, lo esperábamos afuera, le agradecemos por haberlo logrado. 

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Por qué somos un desastre?


Una nueva decepción para la Selección argentina. Ya son muchas. Demasiadas. Hace un par de años nos habíamos "acostumbrado" a que el fracaso era en el Mundial: Rumania, Holanda, Suecia, Inglaterra, Alemania eran los nombres que aparecían a la hora de recordar broncas y tristezas. Las Eliminatorias, desde que se inició el nuevo formato de cara a Francia 98, fueron trámites - largos, pero trámites al fin - que desembocaron en clasificaciones anticipadas tanto en el 98, como en 2002 y 2006. En la última sudamos, pero ni siquiera llegamos a repechaje, vale aclararlo. Y si uno rememora los desenlaces en Copa América, es necesario decir que en el 95, en el 97, en 2004 y en 2007 nos limpió Brasil. La última contra Uruguay - un Uruguay que está más cerca de la gloria de los primeros tiempos que de lo que conocimos en las décadas recientes - se ubica en esa misma línea.

Es decir, derrota tras derrota pero contra rivales en un mismo plano que nosotros (podríamos dejar afuera a Rumania y a Suecia, aunque fueron circunstancias puntuales). Cuando teníamos que dar la talla para elevarnos a un plano superior, no la dábamos. Pero ahora nos gana o empata cualquiera, el cachetazo es continuo y asumimos tanto el dolor, que ya parece que ni nos duele. Debería porque es la única forma de que demos vuelta una página tremendamente oscura para nuestro fútbol.

Argentina es un desastre por muchos motivos. Enumeremos:

1) Julio Grondona. Treinta y dos años al mando de un barco que, a esta altura, arroja agua por todas partes y si aún no atravesó el iceberg para hundirse, está muy cerca. Volteretas inexplicables y una mirada de la Selección que a diferencia de otros momentos en su historia la asemeja a la política de los clubes cuando son dos cosas distintas. No debería ser necesario esperar a que salga con las patas para adelante. El que ya está así es el conjunto albiceleste.

2) Técnicos con manuales muy distintos que se van rotando en un puesto que se volvió una silla eléctrica. De Basile y el "equipo de memoria" con amor a Riquelme al Diego y una anarquía que podía desembocar en horrores o en desmesuradas expectativas de gloria. Del Diego a un don nadie, el Checho Batista, cuya principal virtud (y a la larga, condena) fue soñar con un equipo estilo Barcelona. Del barbudo a un entrenador que prioriza el orden defensivo por encima de la creación, más allá de que no la menosprecia. Así se pierde la idea de "la nuestra", si es que alguna vez existió.

3) Podrían estar en el puesto 1, pero el Jefe no se lo merecía: los players. Señoras y señores, hay jugadores que son malos (y eso va a estar en el punto que viene), pero hay otros a los que les pesa la camiseta. En la última, los exponentes fueron Pastore y Ricky Alvarez pero sobran los ejemplos. El pibe Rojo con Venezuela, Di María en algunos momentos... En ese sentido, el aplauso a Clemente Rodríguez es un mensaje. Además de ser crack o muy bueno en tu club, tenes que poner huevo. Cuestión esencial, pero hay muchachos que no la entienden.

4) El mito del equipazo. Basta de plantear que tenemos grandes jugadores. Salvo el mejor del mundo y otro par de delanteros de excelencia (Higuaín y Aguero), gran parte del resto es de medio pelo. Ya lo hemos comentado en otro post pero nuestros laterales y centrales están muy flojos y la defensa es algo que se entrena para llegar a un decente nivel. La pregunta preocupante es: ¿cuántos otros hay? Y así podríamos seguir por otros puestos. Hoy Argentina, pese a una imagen distorsionada, no tiene players como para sentirse en la primera línea del fobal mundial. Y no empecemos a boquear por Tevez y por Román...

Teniendo el diagnóstico (coincidente con muchos), la pregunta clave es ¿qué hacer? Primero, limpiar la anquilosada dirigencia que maneja la estructura del fútbol argentino; luego, contratar técnicos ultra-ganadores que tengan espalda para bancarse las malas y que la gente les crea (en mayor o menor medida) cuando hablan: Bianchi, Ramón, el Tolo son los primeros nombres que surgen. O invertir una millonada en Guardiola, je. Tercero, definir un grupo más o menos estable, tratar de tener más ensayos aunque sea en Europa y siempre dejar un hueco para convocar por actualidades rutilantes sabiendo que de 12 a 15 players deberían ser fija. Hoy parecería no haber muchas dudas sobre los nombres que hay (a lo sumo 2 o 3 se pueden diferir), por eso preocupa seriamente. Y último, que los jugadores se convenzan de la importancia de vestir la camiseta de la Selección. El compromiso no es venir solamente, es romperla. ¿Quién quiere ver a Lío con esa cara?

Y un poco de humildad para admitir que ya no somos lo que alguna vez fuimos...

sábado, 15 de octubre de 2011

Dos fechas y algunas proyecciones


Ciento ochenta minutos. El tiempo que transcurrió entre el comienzo del largo camino a Brasil 2014 y la finalización de su segundo paso. Ninguno de los equipos que jugaron los dos encuentros sumaron la totalidad de los puntos. Sólo uno perdió ambos partidos. Los únicos que pueden festejar un 100% de efectividad son Colombia y Ecuadoir, ambos con fecha libre en la primera y segunda jornada respectivamente. Nada que acá no vislumbráramos: las Eliminatorias sudamericanas van a ser muy pero muy parejas y disputadas. Eso sí, a no alarmarse y a desglosar aciertos, errores y proyecciones que sirvan para visualizar un futuro más promisorio.

Argentina perdió con Venezuela por primera vez en la historia tras 18 victorias consecutivas. La inmediata asociación a ese hecho es verguenza, quizás indignación. Pero hay otra lectura independientemente del mal planteo sabellista (retorno de un flojísimo Demichelis, un Rojo incomprensible, doble 5 con Di María, pésimo Sosa, entre otras cosas): esta caída iba a llegar más temprano que tarde por la evolución del fútbol venezolano y el estancamiento de la Selección albiceleste. Y llegó nomás, aunque nos duela. Ya hace rato sabemos que no somos los mejores, que no nos comemos los chicos crudos, que somos uno más con algunos grandes talentos desperdigados (incluso el mejor de ellos) pero sin una noción de equipo, vital para el éxito en cualquier competencia. Ese grado de conciencia evita la sorpresa y la bronca, impide que pidamos cabezas, pero también que nos pongamos las pilas para salir adelante desde un subsuelo cada vez más profundo.

La goleada frente a Chile ilusionó como todo triunfo contundente, pero tenía raíces débiles: hubo una ratificación del ya conocido poderío ofensivo (aunque fue mucho más efectivo que en otras ocasiones), pero el perfil defensivo siguió siendo tan endeble como, por ejemplo, en la última Copa América. Es decir, lo bueno y lo malo dieron el presente y cuando lo bueno no fuera tan bueno y lo malo siguiera por esa senda, el resultado claramente se inclinaría hacia el empate o la derrota. Así fue el martes, ante un equipo que reservó sus mejores players para dar ese salto de calidad que lo ilusione con una clasificación mundialista inédita.

Retomando la mirada sobre el conjunto, encontramos algunas continuidades con la última Copa y pequeñas sorpresas:

1) Uruguay sigue tan firme como lo demostró en Sudáfrica y en nuestro país y sólo la mala fortuna le impidió un arranque ideal.

2) Colombia está atada a que su histórico espíritu pecho frío se corra a un lado y que la buena calidad de sus jugadores se traduzca en éxitos. El puntapié inicial fue para ilusionarse.

3) Chile debe preocuparse y ocuparse: pésima presentación ante Argentina y una extraña victoria ante Perú, donde la suerte lo acompañó además de que golpeó en los momentos justos. Fue vital el regreso de Medel y cuando esté Alexis Sánchez se terminará de demostrar para qué está.

4) Paraguay es la gran incógnita tras el adiós de Martino. Fija en los últimos 4 Mundiales, hoy parece vivenciar un momento de declive futbolístico donde sólo se mantiene viva la garra y no el talento que le permitió dar el salto. Al salvar las papas con Uruguay, respiró profundo, lo que le permite a Arce pensar con mayor tranquilidad lo que viene. 0 de 6 hubiera sido un golpe duro, sobre todo por la forma anodina en la que cayó con Perú.

5) Ecuador hizo lo que siempre debe hacer en Eliminatorias: ganar en los 2800 metros de altura. Y aunque muchos pensáramos en un batacazo venezolano por contraste de realidades previas, se cumplió lo que sucede en la mayoría de los duelos en la elevada Quito (incluso contra los gigantes Brasil y Argentina): triunfó el local. No jugó en la segunda fecha.

6) Perú se posiciona como un equipo a seguir. La Copa América fue un indicio y el arranque de las Eliminatorias, pese a la caída con Chile, lo ratificó. Un tapado que complejiza el panorama un poco más. Jugó muy bien contra Paraguay y tuvo muy buenos ratos contra los chilenos.

7) Bolivia: el más flojo y ni siquiera pudo ganar en la altura. Es nuestro próximo rival y en lo que habrá que estar atento es en no cometer los errores que condujeron al 0-0 de la Copa América. Habría que ganar gustando y por varios goles.

8) Venezuela: creció y mucho. La estrategia de Farías, ayudada por el mal planteo de Sabella, fue un gol que le permitió la victoria histórica. Tiene sueño mundialista y, aunque cualquiera puede soñar, esta vez tiene con qué.

Así estamos en Sudamérica. Unidos en la faz política y tan pero tan parejos en el plano de la pelotita que parecería un reflejo de esa sincera apuesta a la comunidad continental. La gran ventaja es que el más gigante de todos esta vez no estará presente. Ojalá lo aprovechemos (con creces o no). Con excepciones quizás apuradas, el resto estará soñando con lo mismo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

La Tía Julia y el escribidor


Tiene 18 años y hace rato tiene claro qué quiere ser cuando sea grande. Ya lo practica con algunos cuentos cortos que le narra a su amigo Javier, aunque estudia Abogacía para intentar satisfacer a la familia. Lee a los idealizados clásicos que "hay que leer" a pesar de que lo más cercano a un escritor que tiene en esos días de adolescencia limeña es el popular autor de radioteatros Pedro Camacho, un hombre que hace un exagerado culto a la condición de artista y cuyos guiones van degenerando producto de una severa y paulatina conmoción cerebral. La Tía Julia se entrecruza en su camino y lo que aparentaba ser una alocada aventura juvenil se convierte en un sentido amor que lo lleva a desafiar a su familia con obstinada determinación.

Escrita en 1977, "La Tía Julia y el escribidor" es una novela que retrata la transición entre Varguitas y Vargas Llosa, ese notable - y tan polémico - escritor latinoamericano prefigurado en un recorrido vertiginoso que el propio autor nos transmite, a través de una tempestuosa relación amorosa e intrafamiliar que lo hace "crecer de golpe" y con el exquisito condimento de que el escribidor (alguien que formalmente no tiene el significado de escritor con todas las letras) es un personaje antológico, por momentos admirable, por otros siniestro, digno de una rara mezcla de veneración por sus populares efectos en los radioescuchas y lástima por sus condiciones de vida que luego lo arrastrarán hacia un infierno. A la vez constituye, en algunos sentidos, el reflejo estrambótico de ese joven proyecto narrativo que encarna Marito.

La estructura del texto, aunque sostenida en un lenguaje de cierta complejidad, es simple: un capítulo tiene como eje central el vínculo amoroso y otro expone los radioteatros de Pedro Camacho, conectándose ambos a través de la relación que el joven Vargas Llosa establece con el insólito escribidor. Varguitas es el único que tiene acceso a (una mínima parte de) la intimidad que Camacho permite mostrar en aquellos exclusivos ratos en que pone en stand by su obsesivo afán por crear.

En el transcurso de la novela, el lector asume una doble postura: por un lado, sigue las desventuras de Varguitas a la hora de conjugar su sueño literario con la carrera académica en Derecho; a la hora de congeniar un trabajo poco remunerado con las crecientes salidas con la tía Julia; a la hora de buscar los mil y un vericuetos para poder concretar esa locura del casamiento, a la hora sencillamente de crecer. Por otro, se mete en la piel de un radioescucha de la época, sometido a la magia encandilante de Camacho pero también a su profunda degeneración, donde los personajes se mezclan inapropiadamente y las historias se vuelven tan tétricas que la fantasía que su pluma provoca ya no es tal.

Una obra que se puede considerar un pico creativo de Vargas Llosa - casi al final o incluso a un par de años del boom latinoamericano - donde, además de describirnos con lujo de detalles una etapa clave de su propia vida, se involucra de lleno en una linguistica escabrosa que genera esa inolvidable sensación acerca de qué es lo que sigue. Aunque seguramente se le pueda cuestionar que hacia los últimos capítulos se produce un cierto abuso, donde la repetitividad de recursos le gana a la originalidad y a la capacidad de sorprenderse por cuál sería la próxima ocurrencia trágica de Camacho.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Operación Masacre - ¿Periodismo o literatura?

¿Qué es “Operación Masacre”? ¿Una crónica periodística con una notable investigación detrás que sostiene el relato? ¿Una novela que apela a hechos reales pero cuyo ritmo narrativo oscila por los carriles clásicos de ese género literario? ¿O es todo eso y algo más?

En 1957, el escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh – desaparecido en la última dictadura militar – logró publicar un libro que haría historia y desnudaría la cara más oscura de la Revolución Libertadora. La ejecución sumaria de una docena de hombres (de los cuales, 5 mueren en esa trágica noche) en un basural de José León Suárez, detenidos poco antes de que el gobierno de Aramburu dictara la Ley Marcial, y el inestimable dato de “el fusilado que vive” unos meses después del fatídico 9 de junio de 1956 serán la excusa perfecta para una deconstrucción minuciosa e infatigable de los sucesos a través de recursos del campo de la literatura y del periodismo. Y la respuesta a la pregunta del inicio: todo eso y algo más. 

Del periodismo (del mejor periodismo) se puede destacar la precisión con que Walsh nos expone los hechos, producto de su notable ejercicio investigativo; su finalidad informativa pero fundamentalmente de denuncia y el uso de la tercera persona en las dos primeras partes – “Las personas” y “Los hechos” – antes de inmiscuirse en los vericuetos judiciales y su confrontación personal – donde el yo es una necesidad para la contundencia con la que debe contrarrestar la mentira y el descrédito – con el jefe de Policía de la provincia de Buenos Aires. 

De la literatura, la relevancia está dada principalmente por la forma en que Walsh elige contar. Nosotros sabemos qué vamos a leer, pero la intriga que el autor genera a través de una decisión estética nos sitúa en una especie de ficción novelesca donde la tensión va in crescendo y lo importante queda para el final. Sin perder la imprescindible distancia de los hechos, el periodista-escritor se involucra con la subjetividad de sus personajes – seres de carne y hueso – y su derrotero político será un fiel reflejo de esa simbiosis sentimental e ideológica. En ese sentido, el aspecto literario se fortalece cuando “descubrimos” lo que ocurrió a partir de los diálogos con aquellas víctimas del odio anti-peronista, con sus pensamientos, sus sentires y pequeños pero significativos detalles de la intimidad en los cuatro instantes centrales de la masacre: 1) la previa y la detención; 2) el fusilamiento en el basural; 3) el escape de los sobrevivientes y 4) la persecución posterior para silenciarlos. 

Un entusiasmado Tom Wolfe en su extraordinario libro acerca del nuevo periodismo norteamericano en los 60’s señaló que el sueño de aquellos impertinentes redactores consistía en “hacer posible un periodismo que… se leyera igual que una novela. Igual que una novela, a ver si ustedes me entienden. Era la más sincera fórmula de homenaje a La Novela y a esos gigantes, los novelistas, desde luego”. Vaya si Walsh lo logra, con creces y un par de años antes que en el Primer Mundo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Numerología de la elección





La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, precandidata por el Frente para la Victoria (FPV), arrasó en las elecciones primarias realizadas ayer con más del 50% de los votos y una distancia de casi 38 puntos sobre el competidor más cercano, Ricardo Alfonsín, quien apenas aventajó en 1500 votos al ex-presidente Eduardo Duhalde y su Frente Popular. Más de 10 millones de personas decidieron, con su sufragio, brindarle un impulso fenomenal - y casi definitivo - a un nuevo mandato del oficialismo.


Como en toda votación, el recorrido por los datos puede aportar aristas interesantes en las cuales reflexionar. Trataremos de abordar algunos de ellos que quizás nos sorprendan (o nos parezcan obvios, quién sabe):

1) La distancia. Aunque no fue una elección que determinó cargos, proyecta de manera contundente el escenario de Octubre. En ese sentido, los 37,9 puntos de ventaja que Cristina le sacó a Alfonsín se erigen en un récord histórico en lo que a elecciones presidenciales respecta. Juan Domingo Perón, en el inolvidable 1973, obtuvo un 61% de los votos (ítem que permanece imbatible hasta el momento) y su legendario rival político, Ricardo Balbín quedó a 37,4 puntos (duplicando porcentualmente a los que hoy son segundos, por cierto). IM-PRE-SIO-NAN-TE.

2) El porcentaje de los segundos. Tanto Alfonsín como Duhalde - técnicamente igualados - obtuvieron porcentajes dignos de un tercero, como bien manifestó ayer Mario Wainfeld en la eufórica edición del Pagina. Lavagna en 2007, López Murphy en la paridad de 2003, Massacessi en el 95 son tres ejemplos que superan lo hecho por el hijo de Raúl y por el ex-presidente al que nunca eligió la gente. Cavallo en el 99 terminó con números similares a los de Binner. PE-NO-SO.

3) El efecto "La Provincia" + el efecto Norte. En una zona que explica el 38,1% de los votos positivos sobre el total del país, la Presidenta consiguió aglutinar más de un 25% del total de votos obtenidos. Por su parte, y éste sí que es un dato de relevancia notable, en el Norte Argentino (Catamarca + Chaco + Tucumán + Salta + Jujuy + Formosa + Santiago del Estero) que explica apenas un 13% de los votos positivos sobre la totalidad argenta (mismo link: a sumar se ha dicho), Cristina se hizo con casi un 20% de los sufragios generales que obtuvo a lo largo y a lo ancho del territorio. Es decir, una provincia explica un cuarto y una región, que es menos de la quinta parte de la Nación, explica un quinto.

Entre otros posibles datos, nos quedamos con esos tres. La historia como antecedentes en los dos primeros y una explosión territorial - clásica por cierto pero más contundente que nunca - en el tercero. Habrá que esperar a ver qué nos depara Octubre.




martes, 9 de agosto de 2011

Altamira y Duhalde, un solo corazón *






“Estoy enamorado de Duhalde”. El candidato a presidente por el Frente de Izquierda (FIT) Jorge Altamira confesó en una entrevista sus sensaciones respecto al líder de Frente Popular en un intento más por conquistar los 400000 votos que necesita para llegar a Octubre.


El referente de la izquierda no dudó en calificar al ex presidente como un “gran estadista” y, por otra parte, señaló que es capaz de hacer una alianza que incluya a alguien “tan guapo como el Cabezón”. “No es sólo lo electoral lo que me mueve a esta afirmación”, amplió el dirigente del Partido Obrero. 

En las elecciones primarias del próximo domingo, cada fuerza política deberá obtener un 1,5% de los votos del padrón, que equivale – si todos fueran a emitir su sufragio – a 400000 ciudadanos. El FIT es quien, si se consideran sus últimas performances electorales, la tiene más complicada. En ese contexto, luego de un Congreso multitudinario de unos 50 militantes, se tomó la decisión de salir a buscar apoyos en todo el arco político.

Sin embargo, las declaraciones de Altamira sorprendieron hasta a sus propios aliados. “El viejo se pasó, nosotros sabíamos hace rato de sus preferencias sexuales, pero no era necesario entregársele así nada más ni nada menos que a Duhalde”, transmitió su indignación desde el planeta Rojo el candidato a vicepresidente de ese espacio, Christian Castillo.

* Ejercicio realizado, con importantes dosis de espíritu barcelonesco, en Redacción Periodística I (ETER). Cualquier coincidencia con la realidad es un sinsentido. Vale la pena reírse nomás. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

Cuando me muera, quiero que me toquen cumbia

                       
 Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan,
es la ruleta rusa y yo soy la bala que te tocó.
  Cargo con un linaje acumulativo de mishiadura,
y un alma que supura veneno de otra generación.
 
Agarrate Catalina, “La Violencia”

"Violencia es mentir". En esas tres palabras, el Indio Solari graficó, con su agudeza habitual, un estado de época. El neoliberalismo en su versión argentina arrojó a millones de argentinos debajo de la línea de pobreza en la década del 90. Aunque muchos hayan revivido en la escala social producto de cierta recuperación económica, persiste un núcleo - a esta altura - estructural de gente que no. Una generación entera de pibes que hoy tienen 15 o 20 años no saben, por ejemplo, lo que es tener un padre con laburo. Y la violencia a la que muchas veces se ven empujados es sólo la respuesta a una violencia infinitamente mayor y perversa: la de un sistema que miente y excluye cada día un poco más.

Víctor Manuel "El Frente" Vital era uno de esos pibes. Nacido en la transición democrática, fallece a los 17 años vía lo que conocemos como "gatillo fácil" en una villa de San Fernando. Desde entonces, lo que constituía otro joven atrapado por las balas de la Bonaerense asesina da paso a la increíble generación de un mito que Cristian Alarcón revela en toda su magnitud en el extraordinario "Cuando me muera quiero que me toquen cumbia". Publicado por Editorial Norma en 2003, "Cuando me muera..." es una brillante radiografía de los cambios sociales que experimentó nuestro país, visualizados a través de los "pibes chorros", esa denominación despectiva que utiliza una mayoría social y que aquí Alarcón resignifica presentando el contexto de su accionar y las variaciones en sus metodologías (con una frondosa investigación cualitativa alrededor del famoso tema de los "códigos").

Invocar el nombre de “El Frente” es la llave que le permite al escritor chileno adentrarse en los pasillos de la Villa y en las historias que éstos atesoran. Como menciona en el prólogo, la muerte de Vital, un pibe que desde los 13 comenzó a experimentar una pasión por el riesgo y los peligros que implica una vida al borde de la ley, “incluye su santificación y al mismo tiempo el final de una época”. Si Víctor Manuel (¡qué bello nombre!) y sus amigos repartían parte de sus botines entre la vecindad, los “nuevos chorros” – perdidos en la locura de su adicción a drogas exponencialmente autodestructivas – no poseen ningún límite al momento de elegir sus víctimas del afano. Una realidad cada vez más cruda ha logrado que la capacidad de elección de dichos seres se encuentre completamente devastada, inclusive en ese plano. 

En ese sentido, la relación con los transas - que prefigura la exploración directa de estos especímenes en su próxima novela - es uno de los ejes que atraviesa la crónica a través de sus 9 capítulos. Para las madres de los pibes que caen y caen en los institutos de menores por sus repetidos delitos, no es sólo la policía y su persecución permanente al morocho la responsable de que sus hijos, a partir de una determinada edad, pasen más tiempo entre rejas que en el colegio o el precario hogar. "Si el transa no vendiera drogas, los chicos no se drogan y no roban" es la asociación que establecen quiénes visualizan, no sin tristeza, esa calesita interminable, ese derrotero que conduce únicamente al desasosiego.


La zona del país donde la brecha entre ricos y pobres es abismal, donde apenas unas cuadras separan el lujo de la miseria, no deja lugar para los débiles. El Frente construye su propia película siendo el más pillo entre los pillos, pero forjado en los viejos códigos de los chorros de antaño. Sin embargo, el contexto en el que Alarcón se inmiscuye para brindarnos una narración sin fisuras difiere notablemente de la época de Víctor y sus amistades. Sólo un par de años han transcurrido, pero la bolsita de pegamento es más frecuente, la edad de "iniciación" decreció con lastimosa angustia y la vecina de la otra cuadra puede ser tan víctima de un robo como una tienda de Nike en Palermo. Si a uno "lo consideraban tan poderoso como para torcer el destino de las balas y salvar a los pibes chorros de la metralla", hoy el primer disparo viene del paco. Y es casi tan fulminante como el de la yuta. 

Minucioso, con una mirada desencarnada que llega hasta las entrañas de los retratados, Alarcón nos regala una novela fundamental para entender, aunque sea nomás por esos instantes de compulsiva adicción que se suceden hoja tras hoja, la existencia de un mundo en los márgenes al que ningún alma sensible puede sentirse ajeno.

Sin embargo, las sensaciones que dejan la lectura y el compendio de imágenes que vislumbra cada historia es que esas almas (concretizadas en algún tipo de militancia social que se precie de tal) no llegan ahí. No es que no lo intenten (el clásico “laburo en la villa” sigue vigente), sino que hay algo tan profundo, tan insondable, que el acortamiento de distancias sociales se vuelve una misión imposible.

Esa visión pesimista, aunque con una innegable base de realidad, es aminorada en el excelente trabajo del escritor chileno que nos obliga a quemarnos la cabeza para intentar que ese “plan perfecto que ha salido mal” se transforme en vida, en mentes libres que puedan avizorar un futuro mejor. El Frente, en su desenfrenada carrera hacia una muerte segura, así lo hubiera querido para los suyos. En las palabras y también en los hechos.


lunes, 25 de julio de 2011

Sudacas


Luego de la inolvidable consagración de Uruguay en el Monumental (al igual que un mes antes, otro equipo celeste volvió a festejar en ese estadio) se puso punto final a la 43º edición de la Copa América disputada en nuestro país. Competitiva, con escasas dosis de fútbol bien jugado, con un sistema de clasificación que quedó en la picota debido a la impresentabilidad paraguaya y con algunas sorpresas interesantes; el torneo que agrupa a las 10 selecciones del subcontinente más - en esta ocasión - México y Costa Rica amerita un balance que desglose sus hechos más relevantes.

1) Fútbol de selecciones: como en gran parte había demostrado el Mundial, esta Copa América marcó una continuidad en el panorama desolador que azota al fútbol de selecciones. El poco tiempo de preparación que tienen los equipos conspira contra la idea de un fútbol asociado, donde la técnica de los excelentes jugadores que hay dando vueltas se combine - como en sus clubes - para lograr espectáculos vistosos o con una mínima cuota de belleza. En ese contexto, conjuntos como Uruguay tienen todas las de ganar. Una base de memoria, un estilo de juego definido por la historia que se amoldó a la modernidad y, un dato no menor, jugadores con hambre de gloria. Algo similar, aunque salvando las extremas diferencias de capacidad con el balón, sucedió un año atrás con España.
Por eso no sorprende. Ganó el que mejor se adaptó al paño, el que mejor explotó los recursos de sus players, el que mejor aprovechó los errores de los rivales. Con dos jugadores notables como Suárez y Forlán (y un tercero, Cavani, que tuvo la desgracia de lesionarse) y todo el resto del equipo funcionando como un indestructible bloque defensivo - con las particularidades de los muy buenos Pereira por los laterales -, los uruguayos fueron de menor a mayor, tuvieron la ayuda del destino contra Argentina y se impusieron con autoridad en las dos instancias finales.

2) Paridad: si pensamos en sumatoria de puntos, el insólito subcampeón de esta Copa fue el 8vo equipo que más unidades cosechó, solo superando a México, Costa Rica, Bolivia y Ecuador. Esto da la pauta de lo que van a ser las Eliminatorias. Desde el 98 en adelante, con la inauguración de la forma en que se disputa hoy en día, los números puesto han sido Argentina, Brasil y Paraguay. De cara a lo que viene, tenemos una Selección nacional en redefinición casi permanente, unos brasileños que como organizadores no participarán y unos paraguayos que, pese al segundo puesto, tendrán que replantearse mucho y profundo (entre Mundial y Copa América, 1 triunfo en 11 partidos, más allá de los éxitos posicionales). Uruguay dio el salto de no clasificarse - 98 y 2006 - o entrar vía repechaje - 2002 y 2010 - a ser considerado con justicia el mejor de América, tras su cuarto puesto mundialista y el reciente título aquí en Buenos Aires. Venezuela que ya hace rato había dejado de ser sorpresa, pero aquí lo exponenció con mayor claridad; el increíble resurgimiento de Perú tras el oprobioso 10mo puesto en las Eliminatorias pasadas; el camino identitario logrado por Chile, aunque se haya ido más temprano que lo soñado; una Colombia menos ingenua y más dura pese a la mala fortuna de cuartos y la curiosidad de que los dos que peor terminaron juegan a 3600 y 2800 metros de altura. Como dirían los viejos periodistas deportivos, para alquilar balcones. La buena es que de los 9 participantes, 4 van directo a Brasil - con una rubia en el avión - y 1 irá a repesca. Bien bostero: la mitad más uno.

3) Sistema de clasificación: suponemos que los señores que comandan la Confederación Sudamericana de Fútbol habrán tomado nota de la necesidad de realizar una especie de fusión entre Copa América y Copa de Oro. A ver, un equipo no puede llegar a la final sin ganar. Es insólito, cuasi vergonzoso. Pobre Paraguay que, a su manera, avanzó hasta ahí. Pero los reglamentos deberían tener un cierto nivel de exigencia para acceder a determinadas instancias. No hay garantías de que si pasaran los dos mejores de una cierta cantidad de grupos, lo ocurrido no vuelva a ocurrir. Pero lo dificulta mucho más. Un torneo de 16 se ve como lo más indicado para el futuro.

4) Argentina: mientras se define la obviedad del adiós de Batista, es hora de que quienes deciden los asuntos albiceleste se den cuenta que la situación de nuestra Selección es verdaderamente dramática. No es sólo la falta de títulos, sino la imposibilidad de generar un proyecto a largo plazo. Equipos juveniles que eran un orgullo, en la actualidad dan pena; puestos clave donde no se hallan recursos (centrales, laterales, volantes por izquierda); una dirigencia anquilosada que se preocupa por el instinto de conservación personal antes que por el bienestar general. Así ni con Messi podremos soñar con un mañana mejor.

Hasta la próxima, América.

lunes, 11 de julio de 2011

Sigue sin estar bueno Buenos Aires





Los números son contundentes. Indignan. Duelen. Casi la mitad de la ciudadanía porteña (sí, 1 de cada 2) decidió brindarle un tremendo espaldarazo a Mauricio Macri tras 4 años de penosa gestión y le abrió la puerta a un éxito casi seguro en el ballotage que se realizará dentro de tres semanas. Por su parte, se acrecienta el color amarillo en la Legislatura de la Ciudad y las 15 comunas también se visten, en su mayoría, de PRO. Como para pegarse un tiro en las pelotas. Para colmo de males, estamos al horno en la Copa América.


Rápidamente uno puede sacar algunas conclusiones de esta elección. Finalmente la polarización anunciada fue tal (75% entre dos candidatos) aunque la particularidad fue la distribución, ya que es imposible negar el carácter de paliza, realmente impensada hasta para los más optimistas "neo-neoliberales". Eso da la pauta de que la segunda vuelta del 31 será una especie de trámite para el PRO, visto y considerando lo poco que necesita para ganar. Desde el vamos los votos de Pino (aunque el viejo decidiera inesperadamente salir a decir que hay que bancar a Filmus) no se van a trasladar todos al kirchnerismo, en tanto que las otras ofertas de derecha (López Murphy, Todesca, Castrilli, Biondini) sí irán para el macrismo, además de lo que ofrezca la insulsa de Giudici. En fin, no hay mucho que hablar en ese sentido. Ahora se trata de pensar y visualizar la batalla de cada día en los próximos años en esta puta ciudad

Sí, en esta fucking ciudad que habitamos, queremos y odiamos al mismo tiempo (un poquito más de esto último si seguimos así). ¿Cómo se explica el 47 de Macri? ¿Cómo se explica la debilidad del kirchnerismo más allá del crecimiento respecto a otras elecciones? ¿Cómo se explica la debacle de Pino aunque no sea lo mismo una legislativa que una donde el núcleo está puesto en los cargos ejecutivos? ¿El progresismo en sus distintas variantes dejó de encontrarle la vuelta a Buenos Aires como supo hacerlo otrora? ¿Las cagadas - es el término más suave que se me ocurrió - de Ibarra  como su máximo exponente las sigue pagando aún al día de hoy? ¿Es una ciudad de derecha?

Múltiples preguntas. Vamos a intentar esbozos de respuestas que nos permitan interpretar lo que tanto nos cuesta. Percibo que Baires tiene un tercio de centro-derecha/derecha que es un núcleo duro histórico y que en ocasiones se divide de acuerdo a las ofertas electorales que haya. En esta ocasión, al igual que 2007, ese 30/33% lo tiene asegurado Macri que acapara todo ese "derechaje", ya que no hay división alguna. La incógnita es como logra dar un salto tremendo de 15/17 puntos hasta rozar el 1 de cada 2 porteños. Ahí hay que apuntar.

El kirchnerismo levantó respecto a 2009, pero no me parece muy válida la comparación entre una legislativa - con el Ejecutivo Nacional en declive - y una de carácter centralmente ejecutivo. El mano a mano debería ser respecto a 2007 y también sale bien parado. Sin embargo, es difícil mirarlo con buenos ojos si el que te gana, te arrasa. Hay algo en el mensaje del oficialismo que no llegó. Como en toda situación de pérdida, es menester una autocrítica. Y pobre Filmus, pero ya se parece a Angelito Cappa. Lo consideramos un buen tipo, a veces vale la pena escucharlo, pero acumula caída tras caída. Insostenible desde donde se lo quiera mirar.

Lo de Pino era cantado. Pese a que en las legislativas el porteño es más amplio y opta más por izquierda que en una ejecutiva (miremos Zamora, sino), Solanas y su Proyecto Sur aprovecharon un "viento de cola" favorable que les posibilitó un batacazo. Desde entonces, el sueño se vino barranca abajo. Por qué? Si a ese guiño no le agregás construcción de base, patinás discursivamente (aunque lo programático siga resultando interesante) y tus fuerzas se pelean entre sí por cargos, el panorama no resultaba alentador. Y así fue. Supervivencia parlamentaria y nada más. Encima Argumedo ya salió a ventilar mierda (que la hay, de todos modos).

Y respecto al progresismo en todas sus vertientes, soy de los que visualizan que los que le abrieron la puerta a MM, no pudieron volver a encontrar la llave porque la perdieron y la ciudadanía no perdonó (como sucede con la UCR a nivel nacional, por ejemplo). Se necesita una construcción diferente, esa que vislumbró con entusiasmo inicial Proyecto Sur pero que luego deshizo al mejor estilo Lilita. Es un desafío para un montón de fuerzas que hoy juegan en la arena electoral y otras que no. Lograr un programa superador, sin divismos, que vuelva a hacer de esta ciudad un lugar más digno de habitar.

Buenos Aires no es netamente de derecha. Ese salto de 15 puntos que distinguimos es lo que falta explicar. Hoy cuesta comprenderlo, pero hay que romperse la cabeza para impedir que sigan siendo macristas. ¿Se le fueron al progresismo y como "Mauricio" no vende que es de derecha le dan una nueva oportunidad porque "juntos venimos bien" y los anteriores todo mal además de ineficaces? ¿Otros núcleos pseudo centristas decidieron que lo mejor era impedir el triunfo kirchnerista y por eso se amarillearon?

Ahora sólo me dan ganas de decir: "La puta madre que lo parió". Como afirmaría un filosófo contemporáneo, el Tano Pasman, estamos en la B. Pero siempre hay chances de ascender.



lunes, 27 de junio de 2011

El vacío


Quería estallar en un grito de alegría, pero los incidentes y las caritas de los jugadores de River me arrastraron hacia un momento piadoso. Había corrido enloquecido por mi casa con el gol de Farré, festejé a pleno el penal que Olave le atajó a Pavone, pero me sentía tan lleno en ese final, tan shockeado al mismo tiempo por "eso que nunca iba a pasar", que sólo pude atinar a sentir sincera pena por ese puñado de pibes (y algunos pocos grandes) que pusieron el cuerpo por una institución devastada y por la enorme multitud que exponía sus lágrimas a las morbosas cámaras de televisión.

No puedo negar que estoy contento. El sábado, antes de la hecatombe, un amigo riverplatense me decía que un descenso de Boca valía más que una Libertadores. Lo frené en seco: "que una Libertadores ni en pedo, que un campeonato local seguramente". Claro, ellos no tienen tantas por eso conocen poco lo que significa semejante trofeo. Pero más allá de la hipocresía de los famosos y el cassette de los rivales en el verde césped, el hincha común xeneize (y de gran parte de los equipos del país) quería que River se vaya a la B. Al revés, tal como el comentario que señalo, hubiera sucedido lo mismo.

Sin embargo, como siempre sucede, la sensación de saciedad deja lugar al vacío. Digamos que se acabó la joda, más allá de que la cargada será eterna. Pero se terminaron la tensión, los nervios, las especulaciones. El hecho se consumó. Y ahora qué?

Y ahora saber que cuando sorteen el fixture, no van a estar ellos, ese partido que sobre todo en los 90 (donde ganaban campeonatos con mucha frecuencia) me importó tremendamente ya que habitualmente nos salvaba el año. Todavía cuesta caer en la veracidad del hecho. Aunque el goce sea infinito, los voy a extrañar. Por eso les pido que no tarden tanto en volver. Una temporada en el infierno será suficiente.


martes, 14 de junio de 2011

Si me queres, quereme transa


Fascinante es el primer adjetivo con el que me es posible asociar "Si me queres, quereme transa", la novela del periodista y escritor chileno Cristian Alarcón. Llegué a esta investigación periodística luego de que una tarde gris de Marzo decidí comprar "Cuando me muera, quiero que me toquen cumbia", otro enorme escrito del mismo autor. "Cuando me muera..." lo agarró mi compañera y se lo devoró, tal es así que su fervor literario la llevó a la búsqueda y al encuentro del libro que aquí reseñaré (próximamente vendrá el otro, también leído).

Alarcón se propone explorar una parte del vasto mundo narco a través de una serie de historias - de manera central la de Alcira, EL personaje a seguir - que se entrecruzan, en el marco de una ligazón geográfica que conecta fundamentalmente dos países hermanos de Latinoamérica: Perú y Argentina. Con mayor precisión, ciertos reductos rurales de la nación andina, suburbios de Lima y el sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La villa en la que se introduce Alarcón - aunque puede aplicar a otras - tiene sus códigos y sus zonas. Clanes familiares, en su gran mayoría de origen peruano, se reparten el control del territorio. En ocasiones la convivencia es pacífica y armónica. Nadie avanza un paso si el otro no lo permite. Habitualmente ese otro no lo permite. Pero cualquier altercado, por mínimo que parezca, puede modificar la estructura. Y allí se producen episodios de violencia, donde la sangre es sólo un elemento que posibilita el acceso a más poder y a una porción mayor de una torta muy grande.

"La envidia es uno de esos sentimientos que nadie puede disimular". Con esa frase letal que ahonda en el corazón de la especie humana, la investigación apunta a un núcleo sustancial: cuanto más poder se acumula, más enemigos se generan. Si el poder se compone de elementos que lo hagan durable y legítimo, el enemigo no podrá actuar sin ser derrotado. Cuando el poder sufre un tropezón, el enemigo se lanza como un tigre dispuesto a despedazar a su rica presa. Les pasa a los peces gordos principalmente, pero los "minoristas" (aunque en ningún momento asistimos a la visualización de un negocio gigante al estilo México o Colombia) también se enfrentan en sus deseos por acceder a las grandes ligas.

Sin embargo, quienes mandan tienen lo suyo. El liderazgo se gana y se reproduce con actos que en el largo plazo configuran mitos, como será por ejemplo el del Frente Vital en "Cuando me muera...". Alarcón no nos deja dudas al respecto cuando señala que "la leyenda no sólo se construye con la exageración y la mentira, sino también con ciertos tópicos como la compasión del líder ante las miserias de sus dominados, y al mismo tiempo su costado oscuro de matón que debe destacar su mayúscula crueldad: en el mismo hombre, las virtudes y los defectos extremos del ser humano". No se trata de un nombre determinado, sino de un modo prefigurado al que las características personales deben adaptarse para sobrevivir y trascender.

El poder, los líderes y las disputas a muerte no son el único escenario que nos muestra el muy buen escritor chileno. La villa también es alegría, es diversión, es una divina mezcla de culturas cuyos rituales se celebran alternada y/o combinadamente. La increíble procesión que adora al Cristo Negro - y que luego terminará en tragedia - es un ejemplo paradigmático de ese sentido festivo que los peruanos, esencialmente, ejercen a lo largo y a lo ancho de su extendida diáspora: "El mundo andino es una cultura de fiesta en el que la música es tocada por su gente como un tributo al trabajo y a lo sagrado, en el que la devoción es hacia el santo patrono de turno, pero también hacia los cerros, el cóndor, las lagunas, la nieve, el sol".

Con un estilo de reminiscencias walshianas y que se involucra hasta el hueso en muchos casos (el ejemplo de Alcira y el pedido para que sea el padrino de uno de sus hijos es una tierna muestra de ello), Alarcón nos regala una "non-fiction" de alto nivel cuyo mensaje va más allá de las historias concretas que van surgiendo en el transcurrir de las páginas: la idea de que la investigación es inescindible de un ejercicio periodístico honesto y "contador de mundos", sobre todo aquellos que habitualmente están signados por la estigmatización y los lugares comunes.

martes, 31 de mayo de 2011

Un mundo de sensaciones



Como un ritual que se viene repitiendo de un tiempo a esta parte, el sábado se armó juntada de amigos futboleros para ver al increíble Barcelona que insiste en sorprendernos con su indescriptible capacidad de tratar bien al balón.


El partido todos lo vieron y el que no, alguna referencia ya tendrá. Lo que quiero describir en esta efusión de palabras son las sensaciones que el conjunto culé genera en este ser humano, un amante del deporte más hermoso del mundo, aunque algunos insistan en afearlo.

Los ojos circulan a la velocidad de ese toqueteo infernal y productivo que propone el Barcelona. Se encandilan con la paciencia de un Xavi que siempre tiene un segundo más para pensar y hacer lo corrrecto. Se refriegan para tratar de entender cómo Piqué puede ser tan prolijo y hábil siendo el 2 del equipo. Nada de revoleo, pases certeros y hasta alguna osada gambeta al delantero que lo corre. Se posesionan con la precisión indescifrable de Andrés Iniesta, tanto para encontrar el hueco para una asistencia como para encarar suave pero sostenidamente a quien lo quiera marcar. Se conmueven directamente con el hechizo en que se ha convertido Messi en cada oportunidad en la cual acaricia - ¿hay algún otro término posible? - el balón.

El corazón palpita cuando Dani Alves se lanza tan poderoso y altivo a ese ataque masivo de un equipo cuya esencia consiste en atacar. Las pulsaciones se agigantan con un caño o algún lujo entre tanta lujuria desparramada por los verdes céspedes españoles y europeos (también en otros terrenos, pero nos centramos ahí nomás). Aunque a las mujeres quizás les cueste comprenderlo, es lo más parecido a un orgasmo tras una maravillosa noche de sexo. Y no cualquier noche. Es esa donde salió todo a la perfección. (Metafóricamente hablando, claro está)

Las palabras sobran. Más allá de este intento narrativo, la recomendación es la siguiente, ahora que terminó la temporada en Europa: You Tube, videos del Barca, Paradigma Guardiola, o cualquier asunto donde lo blaugrana predomine (no me vengan ni con Cerro Porteño ni con los hipermercadistas de Boedo). A deleitarse que estamos viviendo una hora histórica en lo que a fútbol se refiere. Nuestros hijos y nuestros nietos nos van a preguntar de qué se trataba.

jueves, 19 de mayo de 2011

Ley de Caducidad, o cuándo un Parlamento puede ser vanguardia


Las democracias que supimos conseguir en el continente no se propusieron, de manera generalizada, juzgar a los militares que, a sangre y fuego, habían impuesto apenas años atrás cruentas dictaduras. En algunos casos, las dificultades iniciales provocaron la no insistencia sobre el tema y en otros casos, no hubo siquiera intentos demasiado serios para encerrar a los genocidas. La idea de amnistía, a veces expresada bajo una ley, se instaló en diversas sociedades.

Argentina, con el ejemplar Juicio a las Juntas, fue la excepción a una regla que priorizó la reconstrucción social en base al olvido y una reconciliación desmemoriada. Las patinadas de la Obediencia Debida, el Punto Final y los indultos no pudieron con la fervorosa e intensa movilización social que muchos años después consiguió la inconstitucionalidad de todas esas leyes y decreto. Y los juicios recorren todo el país desde hace varios años como una política de Estado. Con sus deficiencias a cuestas (no es tema de este artículo), pero avanzan. Es innegable.

Nuestro vecino país nos muestra en estos días lo rezagada que, en algunos temas, puede estar una sociedad. Y curiosamente también nos brinda un ejemplo de cómo un núcleo de representantes - legisladores - puede encontrarse un paso adelante. No es una situación muy habitual, por eso vale la pena resaltarla.

¿Cómo evaluar lo que es correcto? ¿Por qué vale más el voto de un pueblo que, por caso, un tratado internacional de derechos humanos? ¿Qué pasa si una sociedad decide expresarse y piensa mayoritariamente que no hay que castigar a los violadores? ¿Hay que aceptar la razón de esa mayoría aunque sea una aberración lo que ese conjunto propugna? ¿O alguien debe poner blanco sobre negro e imponer la interpretación "adecuada" por más que vaya a contramano del colectivo social?

El debate sobre la Ley de Caducidad en Uruguay y su posible anulación abre las preguntas antedichas y origina un sinnúmero de respuestas a esos interrogantes. En la opinión de este cronista, el pueblo uruguayo tuvo la oportunidad de manifestarse en dos oportunidades, separadas por 20 años, y con diferentes márgenes, le dio la espalda a la noción de justicia completa (que significa sencillamente afianzar el simple concepto de justicia). Sin embargo, eso no quita que el Frente Amplio, o más precisamente sus congresales, deben quedarse de brazos cruzados y aceptar ese diagnóstico social. Hay sobrados ejemplos históricos de cómo Parlamentos "aceptaron" los runruneos sociales y los convirtieron en leyes olvidables y regresivas (recuerdo el post-Blumberg en Argentina, por ejemplo).

Los legisladores frenteamplistas del paisito tienen entre sus manos un gran dilema: la tormenta interna que pueda abrirle la puerta a una oposición totalmente desarticulada, al tiempo que "se pelean" con una mayoría social (según las encuestas) que quiere dejar todo tal cual está. Pero por otra parte, su conciencia y evaluación acerca de lo que es correcto puede resignificar la historia de un país que, pese a que su dictadura no se caracterizó por la extrema crueldad de otras, supo tener torturados, desaparecidos y fundamentalmente la ruptura de un orden constitucional que no debió, bajo ningún punto de vista, ser quebrado.

domingo, 8 de mayo de 2011

¿Al aire libre tampoco?



Miguel Ramírez está gravísimo. Hoy es lo que más importa. Pero las heridas que le provocase una bengala en el último recital de La Renga abren una polémica, que quizás a algunos les parezca estúpida, aunque constituya, en determinado mundillo, un debate irresoluto y ciertamente significativo: el uso de ese elemento pirotécnico en lugares al aire libre. ¿Está bien? ¿Suma a la fiesta en un marco de pocos shows atravesados por la verdadera pasión del fanático? ¿O es una mierda peligrosa que no contribuye en nada a lo único que vale la pena en estos casos, que es la música?

Después de la tragedia de Cromañón, donde una bengala fue protagonista (aunque vale aclarar que, tal como dicen los cánticos, no fue ella la que mató a los 194 pibes), una discusión quedó saldada: "jugar con fuego" en lugares cerrados empezaba a ser parte de la historia. Una historia en la cual la fiesta del rock tenía que tener sí o sí ese condimiento. En un cubículo de 2x2 o en el Monumental.

Sin embargo, en los lugares al aire libre las bengalas siguieron apareciendo y en la mayoría de los casos los músicos cuestionaron su uso, más influenciados por un sentido de memoria que por una convicción sincera sobre el asunto. Recuerdo un show de La Renga en Jesús María en enero de 2006 donde Chizzo antes de "El final es en donde partí" vio, al igual que el resto del público, cómo se encendía una bengala y decidió frenar, retar al muchacho para que la apague y luego continuar. El Indio, en cambio, más allá de cierta postura acomodaticia ante los medios, no cree en el fin de las bengalas en las "misas post-ricoteras" que lo siguen masivamente por diversos rincones de la Argentina.

Precisamente son esos dos emblemas - la banda autogestionada que sigue el camino de Los Redondos y el ex líder "ricotero" - los únicos que hoy generan ese clima de efervescencia, por lo menos en el plano nacional (entre tanta mega.visita de afuera). Ciudades que rebalsan por la presencia de "los mismos de siempre" y "las banderas rojas y negras", estadios o predios siempre a tope y una locura a veces mal entendida que traslada el espíritu "al costado del mundo" noventoso a una época post-neoliberal donde el rock (en términos generales) ha quedado vacío de cualquier discurso de resistencia.

La bengala fue un símbolo de la fiesta, de la comunión entre artista y público en donde cada uno se confundía en el otro. Cuántas veces hemos escuchado el dicho que hablaba de la "futbolización del rock". El "que se vayan todos" del 2001 arrancó mucho antes en esa juventud - las famosas "bandas" a las que hacían referencia Solari y Beilinson - descreída de una institucionalidad política desgranada por la corrupción y las más nefastas prácticas. Ese símbolo quedó en cuestionamiento - quizás exageradamente - por la tragedia de Cromañón. Sin media sombra, sin un tipo que clausuraba con candado las puertas de emergencia, sin las cometas que recibía la yuta y pagaban empresario y manager, sin muchos de esos factores, diciembre de 2004 hubiera sido una fecha más. No estamos aprobando algo que, esencialmente, era incorrecto: el uso de pirotecnia en un lugar cerrado. Sin embargo, el repudio a un objeto puntual no hace más que tapar lo que verdaderamente funcionaba mal: un sistema.

La música siempre es lo más importante. Sin lo que ella transmite, no hay show, no hay magia, no hay fiesta. Nunca fui muy adepto de la patria bengalera, pero reconozco que genera cierta mística (término difícil de definir). Al aire libre la sensación de peligro persiste, aunque lejos está de ocasionar lo que ocasionó el pasado sábado. Lo que ocurrió fue producto de un inadaptado, alguien con un profundo desprecio por la vida del otro. Ni alentar un juego que no es de carmelitas descalzas ni centrar la culpa en un objeto. Se trata de generar consciencia sobre cómo disfrutar con alegría y pasión un evento que sigue siendo mágico: el recital de la banda que te gusta. En ese sentido, la bengala al aire libre, aunque no necesariamente reste, tampoco suma. Ni por asomo.

jueves, 28 de abril de 2011

El general en su laberinto




Y nos llegó el turno de desentrañar una de las grandes novelas de García Márquez ("Gabo"). Grande no sólo por su calidad - aunque sin duda menor a Cien Años de Soledad o Relato de un naúfrago, por caso -, sino principalmente por la investigación histórica que hay detrás. Bolívar, un personaje inconmensurable, es retratado a lo largo de su último viaje, aquel en el que despide del poder de una vez y para siempre, rumbo a una muerte lastimosa e inexorable.


Tras años y años de luchar por la independencia del yugo español y haberla conseguido memorablemente, el gran Simón observa cómo minuto a minuto sus sueños de una Patria Grande se van desgranando al punto de conformar lo que hoy son los diferentes Estados de la zona de influencia del Libertador: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela (Formalmente, es la Gran Colombia la que se partirá en 3 dando lugar a Nueva Granada, Venezuela y Ecuador). Disputas feroces por porciones de poder configuran un escenario de división que se ven reflejadas en esta apenada frase del Mariscal Sucre: "Tal parece como si hubiéramos sembrado tan hondo el ideal de la independencia, que estos pueblos están tratando ahora de independizarse unos de los otros".

Ése es el contexto en que Bolívar, en aquel entonces presidente de esa Colombia en proceso de disgregación, decide dejar su cargo (una decisión que, dados los antecedentes que tenía previamente, amigos y enemigos veían como una amenaza que no sería cumplida) con el argumento de una enfermedad real, pero con el trasfondo de sus decepciones, sus desquicios y una intención no del todo firme de partir hacia Europa. Un contingente numeroso lo escoltaba aunque "nadie sabía a ciencia cierta, sin embargo, quiénes lo acompañaban por amistad, quiénes para protegerlo, y quiénes para estar seguros de qué en verdad se iba".

A lo largo del recorrido, García Márquez irá desmenuzando al personaje central a través de sus sueños, recuerdos y anécdotas que van pintando una completa radiografía del Libertador. Su analfabetismo - "No sabía leer ni escribir y se había resistido a aprender con el argumento simple de que no había sabiduría mayor que la de los burros" -, su irresistible pasión por las mujeres, más allá del gran amor que vivió con Manuela Saénz y de las consecuencias que su locura podía acarrear - "Escaparse a pie para una cita incierta, de noche y sin escolta, era no sólo un riesgo inútil sino una insensatez histórica. Pero con todo lo que él apreciaba su vida y su causa, cualquier cosa le parecía menos tentadora que el enigma de una mujer hermosa" - o su tremenda susceptibilidad por cada palabra que se decía acerca suyo - "Era tan sensible a todo cuanto se dijera de él, falso o cierto, que no se repuso nunca de ningún infundio, y hasta la hora de su muerte estuvo luchando por desmentirlos" - son algunas de las aristas que van surgiendo en la narración, a través de su paso y estadía por las diferentes ciudades colombianas, antes de su deceso en Santa Marta.

En sintesis, "El general en su laberinto" constituye una biografía "distinta" sobre uno de los grandes hombres del continente americano que finaliza sus días amargamente (y muy joven, ya que tenía 47 años), tras haber amasado tanto poder en un lapso breve de años. El estilo Gabo, aunque con menores dosis de realismo mágico y una impresionante recopilación de datos (hasta los que podrían resultar insignificantes) que construyen un relato apasionante y, al mismo tiempo, desgarrador, ya que su significado más profundo se asocia al fin de un anhelo: que la Patria Grande fuera una sola y no un cúmulo de múltiples naciones.

viernes, 22 de abril de 2011

El oficio de periodista



¿Qué es el periodismo? Pregunta punzante y necesaria en estos acalorados tiempos. Su respuesta no parece ser sencilla pero quienes Julio Ferrer entrevista en su muy buen libro no dudan en afirmar que el periodismo no sólo significa informar (premisa lógica) sino que puede ser una herramienta muy importante a la hora de desentrañar situaciones o procesos que, de mantenerse acallados, podrían acarrear para sus partícipes (o para una sociedad toda, por ejemplo, en un caso de corrupción en la esfera pública) consecuencias negativas.

Bayer, Verbitsky, García Lupo, Calloni, Tito Cossa, Jozami, Aznárez, Szpunberg, Schiller y Braceli son los diez notables nombres que son indagados por Ferrer sobre diversas temáticas: las viejas redacciones, el ejercicio de la profesión en tiempos donde no existían las escuelas de periodismo, la última dictadura militar y el cómplice papel de algunos medios, el retorno de la democracia, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, los monopolios de la (des)información.

También, en menor medida, es un recorrido por la historia de algunos medios gráficos, desde su surgimiento hasta su finalización, en el caso de aquellos que marcaron una determinada época y no continuaron hasta el día de la fecha. Ejemplo de ello son la revista Crisis (aunque ahora se haya reflotado), el diario El Periodista, Cristianismo y Revolución, La Opinión, el periódico de la CGT de los argentinos, el matutino peronista Noticias (de Montoneros), entre otros. Sitios que supieron cobijar a las mejores plumas nacionales e internacional y que produjeron clicks estilísticos en distintos momentos de la historia reciente.

Otra de las aristas interesantes del libro publicado por Punto de Encuentro es la increíble unanimidad de los entrevistados (aunque se visualizen algunas mínimas distinciones) a la hora de señalar un modelo de periodista: el desaparecido Rodolfo Walsh quien, con su célebre Carta a la Junta Militar en marzo de 1977, denunció la implantación de un sistema de terror que tenía por objetivo la reformulación de las bases sociales y económicas que predominaban en la Argentina por ese entonces.

En síntesis, un recomendable compendio de testimonios que dan una pauta de la trascendencia de un oficio que, pese a los cambios tecnológicos, Twitter y la sobre-información proveniente de cualquier lado, ha sido capaz de sobrevivir en base a un rasgo esencial contradictorio, encarnado en estas palabras de Rodolfo Braceli: "El periodismo sirve para contar el mundo. A veces para alumbrarlo; a veces para encandilarlo, es decir, oscurecerlo. Sirve para la memoria o sirve para la desmemoria. Sirve para entretener en el noble sentido de la palabra y sirve para distraer. Sirve para inducir a mirar el dedo que señala un quiste o una estrella, o sirve para hacer mirar la punta del dedo y no lo que el dedo señala. Sirve para alfabetizar o para analfabetizar a los alfabetizados".

La elección de uno u otro camino está en cada quien. Matías Martin popularizó una frase televisiva que se aplica perfectamente a la realidad planteada por Braceli: ¿De qué lado estás chabón?

martes, 19 de abril de 2011

El debate en tiempos de kirchnerismo

Reproduzco la nota que publicaron en Plaza de Mayo, el periódico que dirige Gabriel Levinas. El link, más precisamente, es: http://www.plazademayo.com/category/colaboraciones-tw/

 
El consenso sobre una gestión de gobierno es sencillamente un hecho imposible. No existe ninguna sociedad en donde todos sus componentes coincidan – sea en el elogio o en la crítica – en el diagnóstico sobre el rumbo elegido por un determinado elenco gubernamental. La diversidad de opiniones es el signo natural en cualquier régimen político, aunque en uno totalitario cueste encontrar los resquicios para expresarlas.
Bajo un sistema democrático, la posibilidad del debate siempre está abierta. A veces es débil y en otras ocasiones su intensidad puede ser reflejo de un saludable clima en el cual las ideas se intercambian “sanamente”[1] con creciente interés y en donde la capacidad argumentativa se erige en un valor indispensable de quiénes desarrollan discusiones de diversa índole. Aunque no siempre es así.
La chicana y la descalificación son dos recursos muy utilizados que nada tienen que ver con la habilidad para “ganar” una discusión a partir del talento discursivo de cada quién. Cuanto más se usan, más demuestran la desesperación a la hora de lograr imponer el punto de vista deseado ante un interlocutor (mano a mano o con una audiencia como espectadora). La calma y la seguridad de lo que uno cree son el secreto.
El momento actual es sinónimo de intensos debates, pero donde el argumento pesa poco o es refutado a través de una descalificación. ¿Cómo analizar el kirchnerismo desde una mirada favorable o crítica sin caer en la trampa de “manchar al otro”? Una charla entre la socióloga Maristella Svampa y el metro-delegado Beto Pianelli en Usina Cultural del Sur hace poco menos de dos semanas fue una muestra de que es posible. Un hallazgo.
Dos intelectuales[2] con perfiles bien diferenciados, con posiciones explícitamente asumidas y que dejaron bien en claro cuáles son los aspectos positivos y negativos de los últimos dos gobiernos, enmarcado en un balance más general sobre la década. Las visiones más extremas no tuvieron lugar: ni el kirchnerismo es lo mismo que el menemismo ni el kirchnerismo es un avance hacia un socialismo de nuevo tipo (o lo mejor que nos pasó en nuestras vidas). Representa una expresión política originada en un quiebre único y que, a su vez, ha generado sus propias rupturas con lo conocido, al tiempo que también exhibe fuertes continuidades con el ayer.
Pianelli es un aliado del kirchnerismo y desde una perspectiva de izquierda, considera que lo mejor de este ciclo gubernamental pasa por “las fuerzas motrices que está desarrollando en la sociedad” y que es preferible “desarrollar desde abajo en este tipo de procesos”. Dijo que si lo rascaban un poco era medio “gorila”, más en referencia a que nunca había sido peronista (ni pensaba serlo) que respecto a opiniones actuales que han revivido el añejo término. Aunque por otra parte, criticó la cultura de la “izquierda para arqueólogos”, donde predomina una mirada en la cual lo importante es no errarle en el diagnóstico, con el objetivo puesto en un recuerdo histórico del estilo “este tipo nunca se equivocó”. Porque nunca se involucró e intentó influir en la realidad, que es un escenario mucho más complejo cuando uno juega, de veras, en ella.
Svampa situó a la Argentina dentro de un contexto latinoamericano donde, así como ha habido avances positivos en la integración regional, se persiste – aún en gobiernos más avanzados hacia un post-capitalismo concreto – en un modelo neo-colonial de explotación de los recursos naturales que, según su análisis, va a traer graves consecuencias futuras para ecosistemas y poblaciones. Dijo que en ese aspecto (y en algunos otros) se mantiene una matriz neoliberal y en una mirada quizás peyorativa por cómo lo enunció, afirmó que “el kirchnerismo es esencialmente peronismo”. Situó el 2008 como un punto de inflexión donde la actualización nacional-popular en clave latinoamericana se reconvirtió en clave nacional y se dio inicio a la batalla cultural que, con bastante éxito, llevó adelante el actual gobierno. El Bicentenario significó la concreción masiva de una narrativa contra-hegemónica (contra los poderes establecidos) y la muerte de Néstor Kirchner en Octubre de ese mismo año “disipó los apoyos vergonzantes”.
Es decir, dos miradas de una izquierda amplia y diversa que se sentaron a una misma mesa y divergieron acerca de los rumbos actuales, así como también sobre el pasado reciente, todo dentro de esa novedad política llamada “kirchnerismo”.  Difícil caracterizar la complejidad de un proceso en el cual no todo es blanco o negro, pese a lo que muchos pretenden.
Si a esas fuerzas motrices que menciona Pianelli, le sumas Ley de Medios, AUH, renovación de la Corte, política de derechos humanos, estatización de las AFJP, política cultural, integración regional vía UNASUR, disminución de la pobreza (pese a los aumentos de los últimos años, producto de la inflación) y recuperación del empleo en base a una incipiente re-industrialización, se puede sacar un determinado balance.
Sin embargo, si al sostenimiento de la matriz neoliberal que menciona Svampa en relación a la explotación de los recursos naturales, le agregamos burocracia sindical desbocada, alianzas nefastas en la mayoría de los provincias con aquellos que se afirma discursivamente no comulgar, extrema sojización del campo argentino (más allá de las riquezas que eso pueda reportar al fisco), intervención del INDEC, un grado importante de precarización laboral, una cantidad nada despreciable de pobres e indigentes, inentendible luego de tantos años de crecimiento económico a tasas chinas, entre otras variables, el panorama es muy distinto.  
Es decir, no hay totalidad posible de abarcar a la hora de un análisis del kirchnerismo (salvo que uno se pare en una posición absolutista, tanto por derecha como por izquierda), aunque tampoco pueda hacerse un desglose microscópico medida por medida como si la suma de las partes constituyera un todo. Es todo lo mencionado, lo de Pianelli, lo de Svampa y sus agregados, mal que les pese a los acérrimos opositores y a los fundamentalistas nacional y populares. Es un proceso contradictorio, con lógicas disímiles y superpuestas hacia dentro del mismo y que tiene serios límites respecto a la profundización de un panorama post-capitalista. Quizás es menester señalar que no haya sido ése, tanto con Néstor como con Cristina, un propósito de sus gestiones.
Lo interesante surge de ver lo que se filtra entre el “todo bien” y el “todo mal”. Pianelli y Svampa, con sus singularidades, demostraron que los “grises” existen y que es fundamental distinguirlos al momento de indagar sobre una realidad que nos interpela día a día. Y que son posibles cruces de opiniones sin ensuciar la cancha.


[1] Adverbio habitual para valorar un intercambio de ideas, pero que está expresado en un sentido puro e idílico que, en el plano concreto, es irrealizable.
[2] Digresión: no es necesario salir de la academia para serlo.

martes, 5 de abril de 2011

El enigma de Mauricio


A cuatro meses y medio de las elecciones primarias, la oposición política al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está al horno con fritas. En el fondo, siempre lo estuvieron, pero en el momento de debilidad experimentado x el kirchnerismo entre Junio de 2008 y Junio de 2009 (por poner una fecha más o menos precisa, desde el voto no positivo hasta la derrota en las elecciones de medio término), supusieron que la crisis de uno implicaba la fortaleza del otro. Y no necesariamente era así. El oficialismo tuvo una increíble capacidad de reacción a los golpes sufridos y la oposición - que, vale aclarar, no era un bloque monolítico como deseaban sus impulsores mediáticos, sino varias oposiciones - jamás pudo mostrarse como una alternativa seria a los ojos de quienes le habían otorgado un voto de confianza en vías de vislumbrar un horizonte mejor que el encarnado por el actual gobierno.

El 2010 tuvo dos episodios que consolidaron aún más el predominio oficial de cara a un nuevo período: la conmemoración del Bicentenario de la Patria y las masivas manifestaciones (de duelo y de apoyo al mismo tiempo) provocadas por la sorpresiva muerte de Néstor Kirchner. Si el supuesto vencido ya había pasado a ser vencedor, en ese entonces ya ganaba por goleada. Y al día de hoy, sigue convirtiendo en el arco de esa oposición desguarnecida y atónita.

Al radicalismo la historia aún no lo pasó a retiro, pero el factor helicóptero sigue presente como para mantenerlo en la cornisa. Cobos está más cerca de volver a la ingeniería que de continuar en política, Sanz es apenas conocido por su familia e insólitamente decidió lanzarse a una arena que era evidente que estaba resbaladiza de antemano, Alfonsín sólo se sostiene porque exhibe algún tibio tinte progresista y por el efecto apellido. ¿Pero alguien piensa que cualquiera de estos tres seres pueda disputar un mano a mano con Cristina? Creo humildemente que muy pocos. O al menos insuficientes como para forzar ese ballotage, objetivo preciado del conglomerado otrora conocido como Grupo A (la excepción es Carrió a quien Dios le dijo que ganaría en primera vuelta. No hablaremos de esa señora en esta nota).

El Peronismo Federal es simplemente una sigla que un tipo desesperado porque lo voten pergeñó a sabiendas de que se exponía a una misión imposible. Todos somos conscientes que la oportunidad para que Duhalde asuma el poder está dada por circunstancias excepcionales y no por el voto popular. Eso sí, puede ser un gran armador. Pero él parecería no querer, salvo que tenga el rol de líder público de ese armado (sabemos que su fuerte está en las sombras). El domingo ganó parte de una risueña interna con el co-dueño de San Luis, Albertito Rodríguez Saá. Pero este juego de a dos que a pocos les interesa (más allá de la inflación de números que tiraron en esa bizarra conferencia de prensa), no le va a alcanzar para ser "la alternativa". Das Neves ya no intenta ascender a la A (se quedó en la B Nacional y tiene riesgos con el promedio), Solá sufre ahí adentro y quiere encontrar la salida más prolija y De Nárvaez tiene claro que juega en la Provincia con perspectivas aceptables, aunque no ganadoras. Reutemann NS/NC (en verdad sabe y contesta: NO).

Por el lado de la centroizquierda, el Movimiento Proyecto Sur descartó ir en alianza con el trencito radical y se dispone, con la figura de Pino Solanas (que a veces la clava en un ángulo y otras se mete un bobo gol en contra), a hacer una buena elección pero alejado del mano a mano que sueñan otros. Es una construcción más a largo plazo que resignó la posibilidad más inmediata de obtener un distrito (si Solanas compitiese en Capital un segundo puesto estaría prácticamente asegurado y el ballotage podría arrojar un fuerte dolor de cabeza para el PRO) a cambio de un crecimiento diversificado territorialmente de cara a un 2015 hipotéticamente venturoso. Acierto o no, ese es el panorama para el conglomerado que integran Proyecto Sur, BAPT, Libres del Sur, PSA y el MST. Si a esas fuerzas, se les sumaran socialismo y GEN (muy poco probable, dado que su pegatina alfonsinesca difícilmente se quiebre), crecería su volumen hasta poder dar un batacazo. Aclaramos de nuevo: no triunfo, ni siquiera ballotage. Pero esa fusión podría obtener un 20%, relegar a las demás fuerzas no kirchneristas y meter un honorable 2do puesto. 

Y aquí entonces llega el principal enigma: Mauricio Macri. ¿El principal rival? Varios indicios podrían dar la pauta de que sí. En primer término, pese a las súplicas de algunos de sus más cercanos, el candidato PRO en la city saldrá de los impresentables (una por boluda, el otro por mega garca) Michetti y Rodríguez Larreta. Es decir, así como pasa con Pino, Mauri no se rebajará a pelear por un nuevo mandato porteño. Por otra parte, el tipo confía en que el peronismo disidente (o esa sigla, con algún anclaje territorial) le va a tener que brindar necesariamente su apoyo (con un cambiaso de muchos diputados y senadores en la lista final) y que incluso el radicalismo de derecha (Mendoza a la cabeza) también lo va a aceptar como su líder (?). Motivos no le faltan: el ex presidente de Boca tiene un alto nivel de conocimiento en todo el país y una imagen bastante buena en la ciudad de Buenos Aires, pese a una gestión por demás defectuosa (pésima, a los ojos de este cronista). Proyectando algunos de esos factores a la Nación, y si su fuerza llegase a triunfar nuevamente en las elecciones citadinas, estaríamos en condiciones de afirmar que el esposo de Juliana Awada va a ser el principal adversario de CFK en Octubre.

Es cierto. Nos referimos sólo a condicionales que podrían no pasar. Se trata no de un ejercicio de futurología, sino del planteo de un posible escenario electoral. De todas maneras, este cronista no se imagina a Cristina cruzándole la banda presidencial al ingeniero. Aunque sí con MM ocupando el lugar que "Apocalipsis" Carrió ocupó en 2007: segundo. Probablemente lejos de la presidenta, pero quizás logrando cosechar un tercio del electorado, nada despreciable respecto a la futura composición de las cámaras legislativas.