martes, 22 de noviembre de 2011

La venganza del cordero atado


Quizás arranquemos con un lugar común. En el medio de la oscuridad más insondable, un pibe encontró la luz que lo ilumina hasta hoy en día. Suena místico, "victorsueiriano", pero no está tan alejado de la realidad. Entre cuatro paredes, traslados, palazos que no sólo duelen fisícamente sino que atraviesan el alma y un desesperante anhelo de libertad, Camilo Blajaquis (César González para el Registro Nacional de las Personas) construyó un compendio poético tan desgarrador como esperanzado, que se le ríe en la cara a la sumisión carcelaria, mientras despliega unas alas literarias que nada tienen que envidiarle a grandes plumas del género.

Con una estética ricotera que nace en el título y en la ilustración de Rocambole y que se prolonga en las exquisitas estrofas de cada poema, Blajaquis sale a gritarle al mundo su verdad detrás de los barrotes. Porque aunque uno lo supone aislado del afuera, más allá del vínculo con las visitas, una tremenda lucidez le permite no sólo describir ese exterior que desea más que nada (aún con las celdas que allí también encontrará) sino desnudar a esos que están libres.

Tres partes son las que dividen el libro publicado por Ediciones Continente en mayo de 2010 (una segunda edición se lanzó este año) y prologado por el último secretario general del PRT-ERP Luis Mattini: Poesías sin candados (esquizofrenia poética), Insomnios (relatos de ansiedades) y Mutando el devenir (reciclados berretines desde la sombra). El click de la escritura, como Camilo lo denomina, se da en su etapa de año y medio en el Instituto Agote (entre mediados de 2007 y fines de 2008) y atraviesa una "durísima experimentación corporal del dolor" en el penal de Ezeiza, el "perfeccionamiento de una ansiedad nueva" en Marcos Paz y el susto "ante la cercanía del aire fresco de la libertad" en su paso por la residencia penal de régimen abierto El Sánchez Picado que finaliza a principios de 2010.

La declaración de principios de Blajaquis la encontramos hacia el final en un poema titulado "Buzones". Allí, el entonces presidiario se planta ante una realidad adversa y dispara: "Podría ansiar matarlos, pero prefiero escribir". Con ese planteo estructurante el autor le dedica líneas a la pureza de los niños - "no aprendieron la enfermedad de ser adulto ni a transformar la vida en una cifra" -, a la naturaleza - "la lluvia es el momento en que el cielo y la tierra tienen un orgasmo" -, a la religión - "en mi celda no entra Dios, ese tipo es muy raro, alguien que prohíbe tanto para mí no es atractivo" -, al amor - "la verdadera consecuencia que trae el amor es despedazar la venda de nuestros ojos" - y a la verdadera prisión - "no hay peor cárcel que la mirada del otro".

Por otra parte, no es únicamente en Patricio Rey donde Blajaquis encuentra su inspiración. Friedrich Nietzsche, Gilles Deleuze o Baruch Spinoza son autores reverenciales que están muy presentes en la poesía del sorprendente crédito local. En las reflexiones sobre el tiempo, sobre los problemas que aquejan a nuestra sociedad actual, sobre Dios nada más ni nada menos (un punto que resalta de modo sobresaliente) o sobre los sueños "de los que se asustan hasta mis propios sueños" se vislumbran esas lecturas que Camilo no sólo deja entrever, sino que explicita con citas precisas en diferentes poemas.

El otro gran aporte a la literatura de Blajaquis es militante, viene dado por la política, esa que no se ejerce detrás de un escritorio, sino en el día a día, en las batallas y prácticas cotidianas. Que Mattini lo prologue no es casual. Si en lugar de matar a los verdugos, el poeta elige escribir, nada mejor que la opción por alguien que sufrió a los verdugos (aunque personalmente los haya eludido) y pudo vivir para contar una historia trágica de expectativas frustradas pero de cuyo aprendizaje tomarán nota las generaciones futuras, a las que Mattini les escribió en su "Hombres y mujeres del PRT-ERP", entre otros libros significativos de aquellas épocas. 

"Mañana soleada: lo más duro es ser muro, lo más bello es saltarlo". Sólo alguien que tropezó tanto con esas paredes gigantes que lo devolvían hacia un adentro perverso y desahuciado, puede tener noción de la belleza de ese salto. Los que, sin conocerlo, lo esperábamos afuera, le agradecemos por haberlo logrado. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó la reseña. Comparto mucho de lo que publicás en tu blog menos lo de boca...jajaja.
Te mando un enlace con mi blog y otro donde me publicaron un artículo sobre Blajaquis.
Abrazo
Víctor de Tandil

http://www.falsaria.com/blajaquis-y-el-cielo-por-asalto/

www.manifiestodellector.blogspot.com

Seba T dijo...

Muchas gracias Víctor. Empiezo a seguir tu blog. Y es muy bueno lo que escribiste en Falsaria. Te felicito. Y respecto a lo de Boca, te respondo con uno de los referentes de Blajaquis: "nadie es perfecto". Abrazo!