domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Por qué somos un desastre?


Una nueva decepción para la Selección argentina. Ya son muchas. Demasiadas. Hace un par de años nos habíamos "acostumbrado" a que el fracaso era en el Mundial: Rumania, Holanda, Suecia, Inglaterra, Alemania eran los nombres que aparecían a la hora de recordar broncas y tristezas. Las Eliminatorias, desde que se inició el nuevo formato de cara a Francia 98, fueron trámites - largos, pero trámites al fin - que desembocaron en clasificaciones anticipadas tanto en el 98, como en 2002 y 2006. En la última sudamos, pero ni siquiera llegamos a repechaje, vale aclararlo. Y si uno rememora los desenlaces en Copa América, es necesario decir que en el 95, en el 97, en 2004 y en 2007 nos limpió Brasil. La última contra Uruguay - un Uruguay que está más cerca de la gloria de los primeros tiempos que de lo que conocimos en las décadas recientes - se ubica en esa misma línea.

Es decir, derrota tras derrota pero contra rivales en un mismo plano que nosotros (podríamos dejar afuera a Rumania y a Suecia, aunque fueron circunstancias puntuales). Cuando teníamos que dar la talla para elevarnos a un plano superior, no la dábamos. Pero ahora nos gana o empata cualquiera, el cachetazo es continuo y asumimos tanto el dolor, que ya parece que ni nos duele. Debería porque es la única forma de que demos vuelta una página tremendamente oscura para nuestro fútbol.

Argentina es un desastre por muchos motivos. Enumeremos:

1) Julio Grondona. Treinta y dos años al mando de un barco que, a esta altura, arroja agua por todas partes y si aún no atravesó el iceberg para hundirse, está muy cerca. Volteretas inexplicables y una mirada de la Selección que a diferencia de otros momentos en su historia la asemeja a la política de los clubes cuando son dos cosas distintas. No debería ser necesario esperar a que salga con las patas para adelante. El que ya está así es el conjunto albiceleste.

2) Técnicos con manuales muy distintos que se van rotando en un puesto que se volvió una silla eléctrica. De Basile y el "equipo de memoria" con amor a Riquelme al Diego y una anarquía que podía desembocar en horrores o en desmesuradas expectativas de gloria. Del Diego a un don nadie, el Checho Batista, cuya principal virtud (y a la larga, condena) fue soñar con un equipo estilo Barcelona. Del barbudo a un entrenador que prioriza el orden defensivo por encima de la creación, más allá de que no la menosprecia. Así se pierde la idea de "la nuestra", si es que alguna vez existió.

3) Podrían estar en el puesto 1, pero el Jefe no se lo merecía: los players. Señoras y señores, hay jugadores que son malos (y eso va a estar en el punto que viene), pero hay otros a los que les pesa la camiseta. En la última, los exponentes fueron Pastore y Ricky Alvarez pero sobran los ejemplos. El pibe Rojo con Venezuela, Di María en algunos momentos... En ese sentido, el aplauso a Clemente Rodríguez es un mensaje. Además de ser crack o muy bueno en tu club, tenes que poner huevo. Cuestión esencial, pero hay muchachos que no la entienden.

4) El mito del equipazo. Basta de plantear que tenemos grandes jugadores. Salvo el mejor del mundo y otro par de delanteros de excelencia (Higuaín y Aguero), gran parte del resto es de medio pelo. Ya lo hemos comentado en otro post pero nuestros laterales y centrales están muy flojos y la defensa es algo que se entrena para llegar a un decente nivel. La pregunta preocupante es: ¿cuántos otros hay? Y así podríamos seguir por otros puestos. Hoy Argentina, pese a una imagen distorsionada, no tiene players como para sentirse en la primera línea del fobal mundial. Y no empecemos a boquear por Tevez y por Román...

Teniendo el diagnóstico (coincidente con muchos), la pregunta clave es ¿qué hacer? Primero, limpiar la anquilosada dirigencia que maneja la estructura del fútbol argentino; luego, contratar técnicos ultra-ganadores que tengan espalda para bancarse las malas y que la gente les crea (en mayor o menor medida) cuando hablan: Bianchi, Ramón, el Tolo son los primeros nombres que surgen. O invertir una millonada en Guardiola, je. Tercero, definir un grupo más o menos estable, tratar de tener más ensayos aunque sea en Europa y siempre dejar un hueco para convocar por actualidades rutilantes sabiendo que de 12 a 15 players deberían ser fija. Hoy parecería no haber muchas dudas sobre los nombres que hay (a lo sumo 2 o 3 se pueden diferir), por eso preocupa seriamente. Y último, que los jugadores se convenzan de la importancia de vestir la camiseta de la Selección. El compromiso no es venir solamente, es romperla. ¿Quién quiere ver a Lío con esa cara?

Y un poco de humildad para admitir que ya no somos lo que alguna vez fuimos...

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