jueves, 28 de abril de 2011

El general en su laberinto




Y nos llegó el turno de desentrañar una de las grandes novelas de García Márquez ("Gabo"). Grande no sólo por su calidad - aunque sin duda menor a Cien Años de Soledad o Relato de un naúfrago, por caso -, sino principalmente por la investigación histórica que hay detrás. Bolívar, un personaje inconmensurable, es retratado a lo largo de su último viaje, aquel en el que despide del poder de una vez y para siempre, rumbo a una muerte lastimosa e inexorable.


Tras años y años de luchar por la independencia del yugo español y haberla conseguido memorablemente, el gran Simón observa cómo minuto a minuto sus sueños de una Patria Grande se van desgranando al punto de conformar lo que hoy son los diferentes Estados de la zona de influencia del Libertador: Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela (Formalmente, es la Gran Colombia la que se partirá en 3 dando lugar a Nueva Granada, Venezuela y Ecuador). Disputas feroces por porciones de poder configuran un escenario de división que se ven reflejadas en esta apenada frase del Mariscal Sucre: "Tal parece como si hubiéramos sembrado tan hondo el ideal de la independencia, que estos pueblos están tratando ahora de independizarse unos de los otros".

Ése es el contexto en que Bolívar, en aquel entonces presidente de esa Colombia en proceso de disgregación, decide dejar su cargo (una decisión que, dados los antecedentes que tenía previamente, amigos y enemigos veían como una amenaza que no sería cumplida) con el argumento de una enfermedad real, pero con el trasfondo de sus decepciones, sus desquicios y una intención no del todo firme de partir hacia Europa. Un contingente numeroso lo escoltaba aunque "nadie sabía a ciencia cierta, sin embargo, quiénes lo acompañaban por amistad, quiénes para protegerlo, y quiénes para estar seguros de qué en verdad se iba".

A lo largo del recorrido, García Márquez irá desmenuzando al personaje central a través de sus sueños, recuerdos y anécdotas que van pintando una completa radiografía del Libertador. Su analfabetismo - "No sabía leer ni escribir y se había resistido a aprender con el argumento simple de que no había sabiduría mayor que la de los burros" -, su irresistible pasión por las mujeres, más allá del gran amor que vivió con Manuela Saénz y de las consecuencias que su locura podía acarrear - "Escaparse a pie para una cita incierta, de noche y sin escolta, era no sólo un riesgo inútil sino una insensatez histórica. Pero con todo lo que él apreciaba su vida y su causa, cualquier cosa le parecía menos tentadora que el enigma de una mujer hermosa" - o su tremenda susceptibilidad por cada palabra que se decía acerca suyo - "Era tan sensible a todo cuanto se dijera de él, falso o cierto, que no se repuso nunca de ningún infundio, y hasta la hora de su muerte estuvo luchando por desmentirlos" - son algunas de las aristas que van surgiendo en la narración, a través de su paso y estadía por las diferentes ciudades colombianas, antes de su deceso en Santa Marta.

En sintesis, "El general en su laberinto" constituye una biografía "distinta" sobre uno de los grandes hombres del continente americano que finaliza sus días amargamente (y muy joven, ya que tenía 47 años), tras haber amasado tanto poder en un lapso breve de años. El estilo Gabo, aunque con menores dosis de realismo mágico y una impresionante recopilación de datos (hasta los que podrían resultar insignificantes) que construyen un relato apasionante y, al mismo tiempo, desgarrador, ya que su significado más profundo se asocia al fin de un anhelo: que la Patria Grande fuera una sola y no un cúmulo de múltiples naciones.

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