domingo, 8 de mayo de 2011

¿Al aire libre tampoco?



Miguel Ramírez está gravísimo. Hoy es lo que más importa. Pero las heridas que le provocase una bengala en el último recital de La Renga abren una polémica, que quizás a algunos les parezca estúpida, aunque constituya, en determinado mundillo, un debate irresoluto y ciertamente significativo: el uso de ese elemento pirotécnico en lugares al aire libre. ¿Está bien? ¿Suma a la fiesta en un marco de pocos shows atravesados por la verdadera pasión del fanático? ¿O es una mierda peligrosa que no contribuye en nada a lo único que vale la pena en estos casos, que es la música?

Después de la tragedia de Cromañón, donde una bengala fue protagonista (aunque vale aclarar que, tal como dicen los cánticos, no fue ella la que mató a los 194 pibes), una discusión quedó saldada: "jugar con fuego" en lugares cerrados empezaba a ser parte de la historia. Una historia en la cual la fiesta del rock tenía que tener sí o sí ese condimiento. En un cubículo de 2x2 o en el Monumental.

Sin embargo, en los lugares al aire libre las bengalas siguieron apareciendo y en la mayoría de los casos los músicos cuestionaron su uso, más influenciados por un sentido de memoria que por una convicción sincera sobre el asunto. Recuerdo un show de La Renga en Jesús María en enero de 2006 donde Chizzo antes de "El final es en donde partí" vio, al igual que el resto del público, cómo se encendía una bengala y decidió frenar, retar al muchacho para que la apague y luego continuar. El Indio, en cambio, más allá de cierta postura acomodaticia ante los medios, no cree en el fin de las bengalas en las "misas post-ricoteras" que lo siguen masivamente por diversos rincones de la Argentina.

Precisamente son esos dos emblemas - la banda autogestionada que sigue el camino de Los Redondos y el ex líder "ricotero" - los únicos que hoy generan ese clima de efervescencia, por lo menos en el plano nacional (entre tanta mega.visita de afuera). Ciudades que rebalsan por la presencia de "los mismos de siempre" y "las banderas rojas y negras", estadios o predios siempre a tope y una locura a veces mal entendida que traslada el espíritu "al costado del mundo" noventoso a una época post-neoliberal donde el rock (en términos generales) ha quedado vacío de cualquier discurso de resistencia.

La bengala fue un símbolo de la fiesta, de la comunión entre artista y público en donde cada uno se confundía en el otro. Cuántas veces hemos escuchado el dicho que hablaba de la "futbolización del rock". El "que se vayan todos" del 2001 arrancó mucho antes en esa juventud - las famosas "bandas" a las que hacían referencia Solari y Beilinson - descreída de una institucionalidad política desgranada por la corrupción y las más nefastas prácticas. Ese símbolo quedó en cuestionamiento - quizás exageradamente - por la tragedia de Cromañón. Sin media sombra, sin un tipo que clausuraba con candado las puertas de emergencia, sin las cometas que recibía la yuta y pagaban empresario y manager, sin muchos de esos factores, diciembre de 2004 hubiera sido una fecha más. No estamos aprobando algo que, esencialmente, era incorrecto: el uso de pirotecnia en un lugar cerrado. Sin embargo, el repudio a un objeto puntual no hace más que tapar lo que verdaderamente funcionaba mal: un sistema.

La música siempre es lo más importante. Sin lo que ella transmite, no hay show, no hay magia, no hay fiesta. Nunca fui muy adepto de la patria bengalera, pero reconozco que genera cierta mística (término difícil de definir). Al aire libre la sensación de peligro persiste, aunque lejos está de ocasionar lo que ocasionó el pasado sábado. Lo que ocurrió fue producto de un inadaptado, alguien con un profundo desprecio por la vida del otro. Ni alentar un juego que no es de carmelitas descalzas ni centrar la culpa en un objeto. Se trata de generar consciencia sobre cómo disfrutar con alegría y pasión un evento que sigue siendo mágico: el recital de la banda que te gusta. En ese sentido, la bengala al aire libre, aunque no necesariamente reste, tampoco suma. Ni por asomo.

1 comentario:

viaje al centro de la tierra dijo...

gracias querido tafuro,
nos vemos prontos en las canchas o en un bar. abrazo enorme desde Medellín.
ivan