martes, 22 de marzo de 2011

Hijo de hombre - Roa Bastos


Impactante. Desgarrador. Esos son, probablemente, los adjetivos más precisos para calificar el notable libro - una serie de relatos entrelazados - del escritor paraguayo acerca de los impactos sociales de la Guerra del Chaco, ese enfrentamiento inentendible entre dos pueblos hermanos allá por mediados de la década del 30 del siglo pasado.

Pueblos trabajadores, infancias pobres, cinco siglos igual. Una de las estrofas de la descarnada "Cinco siglos igual" (León Gieco) encaja a la perfección con la crudeza de los escritos de Roa Bastos. La mirada de los de abajo, los condenados de la tierra, ésos que no poseen nada y cuya vida oscila entre una aplastante explotación laboral (en los yerbatales, principalmente), el trago de alcohol en el boliche del pueblo y la nostalgia de aquello que nunca fue.

De alguna manera, cada capítulo es independiente del que lo sucede y así hasta arribar al final. Sin embargo, los personajes se van repitiendo, asumiendo diferentes roles en la historia que se va narrando. Esta presencia constante es el signo vinculante que liga los diversos episodios y que le da el mote de novela a esta sucesión de retazos desesperantes, donde es difícil distinguir la llama de esperanza que se esconde detrás de la miseria, el dolor, la locura y la muerte.

El trasfondo es la Guerra del Chaco, pero la esencia de cada historia es la desolación. La desolación del hombre que huye junto a su esposa y su pequeño hijo de la opresión y violencia del yerbatal - "y ahora no saben si se alejan realmente o siguen dando vueltas de ciego alrededor del pueblo muerto del yerbatal, alrededor de un cráter tapado por la selva, con esos gallos que rompen de pronto a cantar, uno sobre cada sepultura" -, la desolación de la mujer abandonada a reconstruir un futuro sin compañía - "¿Y qué era realmente la esperanza para María Regalada sino el `recuerdo de aquello que no había poseído jamás`? Un recuerdo hecho carne en ese niño que maduraba a su lado esperando también a su padre, a quien no conocía" -, la desolación de los ex combatientes - "No sabían nada, ni siquiera tal vez lo que es la esperanza. Nada más que eso: querer algo hasta olvidar todo lo demás. Seguir adelante, olvidándose de sí mismos. Alegría, triunfo, derrota, sexo, amor, desesperación, no eran más que eso: tramos de la marcha por un desierto sin límites" y por sobre todas las cosas la desolación generalizada de un absurdo que sólo causó una infinita pila de cadáveres (y no sólo los que "de verdad" están muertos).

La esencia del ser humano se revela atroz en el voraz recorrido por las páginas de un libro inconmensurable, que a través de la estética del lenguaje (mezcla de guaraní y castellano) denuncia escrúpulos y perversas realidades. No sólo una guerra iniciada por intereses ajenos y poderosos se ha ensañado con Paraguay en estas historias, sino que la devastación de este pueblo parecería originarse en un destino endiablado que, si no lo asemeja a Haití, lo deja cerca de ese pedestal del horror. El Augusto bueno que brindó Latinoamérica narra con maestría las luchas, la resistencia, la dignidad, la solidaridad, pero por sobre todas las cosas, y es justo decirlo aunque duela, el olvido y la desesperanza. Difícil encontrar optimismo donde ya no queda nada.

1 comentario:

Tan exacta como dos y dos son tres... dijo...

Sebita, te estas convirtiendo en todo un reseñador de libros =)
Mi vuelta a twitter va a de la mano de una vuelta bloguera con un nuevo proyecto. Si podés pasa y chusmea, y si lo podes difundir aun mejor porque va unido a mi proyecto para la tesina de la carrera =)
Un beso grande!
Lau