viernes, 21 de enero de 2011

Luciano, a 2 años



"¿Y cuando vuelve el desaparecido?
Cada vez que los trae el pensamiento
¿Como se le habla al desaparecido?
Con la emoción apretando por dentro"

Desaparecido. Esa tenebrosa palabra, asociada al período más oscuro de la historia argentina contemporánea, pero que insiste en retornar -  aún en momentos que podrían considerarse más felices - para recordarnos que la democracia que supimos conseguir sigue siendo bastante imperfecta y que "los amigos del barrio pueden desaparecer" no sólo cuando hay botas feroces que puedan aplastarnos.
Más allá de cifras que asustan - y ahí Correpi tiene la papa - hay casos paradigmáticos de lo que significa la represión en democracia y, más aún, del método de la desaparición dentro de este régimen político. Uno de ellos es Luciano Arruga, el joven de 17 años, a quien se lo viera x última vez el 31 de enero de 2009 en el Destacamento Policial de Lomas del Mirador, tras haber sido secuestrado x efectivos de la misma. Sí, secuestrado, no detenido, dado que no había cometido delito alguno.
Esto significa, entre otras cosas, que en pocos días se cumplirán nada más ni nada menos que 2 años desde que Luciano desapareció. Dos años de lucha y movilización intensa pero también dos años de una causa semi-paralizada y con una carátula ridícula a esta altura que sindica la ausencia del joven como "averiguación de paradero", cuando suficientes indicios señalan otras puntas. Dos años de dolor y ausencia inexplicable, pero también dos años donde se incrementaron los compromisos de diversos sectores de la sociedad civil, inclusive se pudo romper algunos cercos mediáticos típicos de estas historias (tantas que no rompieron la barrera que lo de Luciano sí).
Dos años es demasiado tiempo. Pero si treinta y cinco después desde aquel trágico 24 de marzo de 1976 se sigue exigiendo justicia, lo de Luciano recién empieza. Y en tiempos donde tanto discurso facho circula pidiendo encerrar a pibes de 15 años, no nos olvidemos de que a un pibe apenas dos años mayor se lo llevó la yuta porque no quiso laburar para ellos.
Este es mi recuerdo. Vos que tenés para decir?

viernes, 14 de enero de 2011

Travesuras de la niña mala




Dos grandes personajes. Uno de ellos, con una vida normal, estructurada, rutinaria. Pero en el lugar en el que siempre quiso habitar: París. Un trabajo de intérprete que le reporta la exclusiva satisfacción de viajar x el mundo a diversas conferencias o congresos que organismos regionales o mundiales llevan a cabo con diferentes objetivos. El otro, un ser cambiante, que va mutando de identidad al compás de sus irrefrenables ambiciones de poder y dinero. Un hombre y una mujer. Un niño bueno y una niña mala.
Se van a ir cruzando, en lo que constituye una inexplicable pero poderosa historia de amor. Inexplicable, porque en cuestiones sentimentales el hombre (y no es una definición de género) es capaz de tropezar mucho más de una vez con la misma piedra. Poderosa, porque hay un magnetismo difícil de desentrañar en la atracción entre los dos protagonistas. Incluso habrá sorpresas de uno hacia otro que nos conmoverán mágicamente.
De fondo, la excelente radiografía, no abusiva, de algunos de los contextos sociales en que Ricardo y la niña mala se van cruzando. Ciudades cosmopolitas y tiempos (cada vez más) modernos que van exhibiendo persistentes modificaciones según las épocas. Y la historia de ambos, que se va enredando en ese mundo complejo, lleno de avatares y desavenencias, pero también de grandes posibilidades de encontrarse, de conectar uno con otro.
Quizás el punto más flojo reside, hasta un determinado momento, en cierto grado de repetitividad en la que incurre Vargas Llosa, a mi entender, lo cual vuelve medio denso el relato y sólo los que sabemos que “los libros se terminan sí o sí” apostamos a su continuidad con expectativa. En otras cuestiones, el peruano se muestra impecable como casi siempre, aún sin ser, ni por asomo, su mejor novela.
Lo que sorprende: la descripción minuciosa de las situaciones fogosas y otras que, aún poniendo de plano lo sexual, no lo son tanto, sino que más bien representan un tipo de violencia perversa. 

Puntaje: 7,50.

martes, 11 de enero de 2011

lunes, 3 de enero de 2011

Cromañón


En el día de ayer, se han cumplido 6 años exactos de la tragedia de Cromañón, donde 194 jóvenes perdieron la vida producto de una combinación de factores que convirtieron una noche de fiesta rocanrolera en un infierno de macabras dimensiones.
Se ha dicho mucho sobre esa noche, su génesis inmediata, sus consecuencias y el trasfondo estructural en que el hecho tuvo lugar.
Desde la Justicia, hubo condenas justas y absoluciones polémicas allá x agosto del año pasado. Chabán y Argañaraz la comieron como la tenían que comer, policía y funcionarios fueron condenados con penas disímiles pero que exhibían la parte de responsabilidad que les tocaba en dicha historia, mientras que Callejeros fue inexplicablemente absuelto.
En el plano político, Ibarra se erigió en el triste símbolo de un progresismo vacío y corrupto – con apenas algún maquillaje cultural -, que le abrió de par en par las puertas de la Ciudad a Maurizio Macri. Volteado en un juicio político que tuvo bastante de opereta, pero que a la vez no pudo esconder las responsabilidades que le atenían al actual legislador como cabeza de un sistema disfuncional y donde la desidia no era la excepción sino la regla.
En el plano musical, la banda de Pato Fontanet editó dos discos más, siguió haciendo un par de shows con hiper seguridad y, sin duda alguna, con nuevos seguidores (el camino a la fama no siempre se consigue de la mejor manera, no?) a los que poco les importaba lo que había pasado. Finalmente, después de muchas idas y vueltas y controversias internas, se separaron (aunque utilizando las siglas originales, Fontanet armó Casi Justicia Social (???)). Nunca aceptaron, independientemente de lo que determinó la justicia, el complicado rol que tuvieron esa y otras tantas noches. Más allá del dolor x la muerte de sus propios familiares, jamás pensaron en el dolor ajeno. La música, sin ser elitista ni mucho menos, se pierde poco con este adiós.
En el plano socio-cultural, hubo muchos que perdieron. Sobre todo, aquellas bandas under, que tienen que sudarla mucho para “llegar” y a las que las dejaron poco más que desahuciadas a la hora de conseguir lugares para tocar y exhibir sus dotes.
Y están los pibes que sobrevivieron y nunca volvieron a ser los mismos. Y, aunque hay mejoras, los controles siguen fallando (Beara, gimnasio de Villa Urquiza) o ni siquiera les dan bola, en la doble responsabilidad que encarnan las autoridades de la Ciudad y el empresariado inescrupuloso.
Ante todo este panorama, es importante que la sociedad no se olvide de lo que pasó y que siga reclamando justicia completa y condenas efectivas. Que, así como con otros sucesos, ejerza su memoria para que no haya más Cromañones en Argentina. Es un deber moral insoslayable.